Tiene ojos pero no puede abrirlos ni cerrarlos. sus ojos no están ni abiertos ni cerrados. Pero ven todo lo que sucede alredor, y son capaces de no ver nada.
Decidió poner un punto de inicio, para creer que en realidad está en una historia. Todavía no sabe si le pondrá final. Entonces está sobre una cama sin deshacer, y escucha estallidos que progresivamente se van silenciando. Cuando decide ver con toda la nitidez posible, accede a darle un color al azar al cielo, pero juega con dejar las cortinas cerradas un rato. Abre, y ve que el azar fue muy aburrido: celeste.
Se pregunta cómo escuchó esos estallidos. Pero no tiene ganas de responderlo, y cree que lo dejará para después. Sabe que todas las cosas nacen, pero muy pocas mueren. Y entonces asi las creaciones no son completas para nada, y terminan en planos perdidísimos. No quiere terminar en un plano paralelo al suyo, perdido, menos protagónico, porque el retorno sería practicamente imposible. El camino es el que lo seguiría a él. Y como logró encarrilarse al principio de la vía del camino más perfecto e indicado, sabe que es su única posibilidad de tener éxito, de perpetrar su cometido. Hasta que se le de otra chance, o hasta que se de a si mismo otra chance.
No quiere hacer un big deal del hecho de poner el primer pie fuera de esa cama. No se cuestiona, o al menos en voz alta, o en pensamientos directos, quizá por que no surgió la posibilidad simplemente, el hecho de despertar en un lugar tan común. Todos los demás pasos que de durante el día, no simbolizarán practicamente nada, no tendrán casi cuestionamiento, salvo eventuales y para nada descartables excepciones puntuales. Pero este primer paso del día, o de su vida, será definitorio. Tiene deseos de jugar con no darlo, pero no puede mentise... no puede mentirse, engañarse, y le es aburrido tratar de hacerlo.... en general, no cae en sus propios trucos, y no hay absolutamente nada ni nadie cerca para participar en su juego.
Pisó. Avanzó, dos, tres, mil quinientos pasos. Del otro lado de esos pasos está lo que sigue, y los pasos no tienen idea de que será, y el tampoco, hasta que no decide dejar de contarlos.